jueves, 24 de noviembre de 2011

25N.


No sé cómo empezar esto que quiero decir…yo pasé un infierno en manos de mi marido, sin que la justicia hiciera nada para evitarlo.
 Pedí ayuda a mi madre y me dijo que todo era culpa mía por mi carácter tan fuerte y que todo estaba en mi cabeza.
Era apenas una niña de 18 años, viviendo en el maltrato día a día, intentando que mi hijo no se diera cuenta de las cosas que pasaban.
Fui humillada, despreciada, violada, ofendida, herida, amoratada….ni siquiera era persona o ser humano, fui un juguete en manos de un demente.
 Un hombre que con sus mentiras fue engañando a todos y haciéndoles creer que yo era la culpable de todas las palizas recibidas. Y nadie me ayudó, ni siquiera me echó una mano…así que aprendí a llorar en silencio, aprendí a valerme por mi misma y a confiar más en mí. Hasta que llegó un día que me puse en manos de un abogado, pero este hombre llamó un día a casa y se enteró ese psicópata con el que estaba viviendo, que me mandó al hospital de una paliza. Fue cuando mi hijo le dijo a su padre: “cuando tenga la fuerza suficiente te daré las mismas palizas que tu le das a mi madre”. Fue entonces cuando me di cuenta que no podía seguir viviendo más con ese monstruo.
Fui al abogado y al fin me separé, me alejé de mi familia y de mis amigos solo para alejarme de él, de ese enfermo que me destrozó la vida, poniendo muchos kilómetros por medio, llevando a mi hijo conmigo.
 Lo conseguí, aprendí a dormir sin miedo, a valorarme como persona, no como objeto, a salir a la calle sin esconder moratones ni heridas, a no tener que desconfiar de la gente, ni de nadie por la calle.
 SOY LIBRE.
 Tengo 40 años y ya sé que la vida puede ser maravillosa, que los años duros de sacarme a mí y a mí hijo adelante ya pasaron y que ahora merezco descansar y empezar una vida nueva.
Creo que contando esto me he quitado un gran peso de encima, la justicia no ponía nada de su parte, mi madre me decía que todo estaba en mi cabeza y era yo la culpable, me tuve que alejar de mis amigos y de mi familia…pero soy feliz, tengo a mi hijo y nuevas amistades, un trabajo estable que nos pueda mantener y una mente abierta y despejada que me hace olvidarme del pasado.
Llorando en silencio.
                                                     Adriana Murillo Barriga 
                                                     Cristina García Búrdalo 

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